Por ejemplo… el amor entre mi gato y yo es mutuo. Sin dudas. El no habla mucho. De hecho no habla, solo hace ruidos extraños. Si es de noche, parece un motor de un coche-juguete, aquellos con mando. Cuando tiene hambre, aquello es una locura – canta serenatas. Largas, entrañables, que parten el corazón. Y cuando no puedes más, dices: “- Te doy toda la comida del mundo, pero ¡cállate ya!”. Yo por mi parte aporto a nuestra relación cariño y calzado volante. Me explico: si algo no me gusta, mis zapatillas de casa entran en acción.
Nos queremos mucho.
1 comentarios:
Oh pero que bonito que es, el gato del amor!
Publicar un comentario